La evolución de los negocios familiares depende en gran medida de la evolución del liderazgo. Es, sin duda, una de las competencias más importantes para la gestión del cambio y la vertiginosa transformación digital que estamos viviendo en nuestras organizaciones, en un entorno complejo y cada vez más impredecible.
En nuestro caso somos una empresa familiar, que fue liderada durante muchos años por su cofundadora, Victoria Fernández, una líder carismática y ejecutiva, que imprimía su carácter en la acción y buscaba el compromiso con su cercanía, familiaridad y escuchando todas las opiniones. Nos dejó como legado una empresa familiar con una estructura sencilla y ágil, y nuestro desafío es continuar creciendo, manteniendo esas tres características: familiaridad, sencillez y agilidad.
Por ello, basamos nuestro modelo de organización en el liderazgo participativo, en el trabajo en equipo y, como consecuencia, en la generación de compromiso con la organización. Fomentamos la creación de equipos autogestionados con un propósito alineado con nuestra misión y valores, aprovechando al máximo el talento de todas las personas, e integrándolas en el proceso de innovación.
Valores, los pilares del presente y del futuro
Los valores para las empresas familiares son, como comento en mi libro #UnaDulceHistoria, las vías del ferrocarril, que guían al tren sin necesidad de que su maquinista tenga que preocuparse porque le permiten circular con eficiencia y agilidad.
Por este motivo, toda empresa debe dedicar tiempo a identificar, promover y reforzar sus valores. Una organización con unos valores claros y sólidos toma mejores decisiones en el presente y cuenta con un trampolín para impulsarse hacia el futuro. En las empresas familiares, es fundamental construir valores en los que la empresa y la familia vayan de la mano, y en los que el liderazgo se adapte a ellos.
Para nosotros, empresa y familia han ido de la mano desde los inicios. Cuando era pequeño nuestra casa estaba en la fábrica. Mi madre bajaba a cualquier hora del día e, incluso, se reunía con los empleados en casa. Mientras mi padre vivió, la empresa estuvo en todas las conversaciones entre mis padres y sigue estando omnipresente en todas las relaciones familiares. Es un valor que ha trascendido a sus fundadores y formado parte esencial de nuestra cultura. Por eso, los que ahora tenemos la mayor responsabilidad debemos velar porque sea una parte de nuestro legado a las futuras generaciones.
Liderazgo participativo
El liderazgo depende de cada persona. No hay un estilo que sea mejor que otro. Sin embargo, desde mi punto de vista, el liderazgo participativo es el que permite a cada persona aportar su conocimiento y experiencia; y el idóneo para una empresa familiar.
En Vicky Foods, queremos encontrar el punto de equilibrio entre familia y empresa, entre los órganos de gobierno corporativo, como consejo de familia, consejo de administración o comité de dirección y los equipos a los que se les otorga la capacidad de autogestión.
Poniendo énfasis sobre todo en los valores porque son uno de los principales atractivos y generadores de talento, pues nos permiten tomar decisiones con rapidez porque difícilmente nos cuestionamos su cumplimiento. Estamos hablando de valores como la calidad, compromiso con la formación y desarrollo de las personas, trabajo en equipo, fomento de la creatividad, compromiso con clientes y proveedores, responsabilidad social o el simple cumplimiento de la legislación en todos los ámbitos de la empresa.
En el corto plazo es un modelo complicado porque se generan dificultades en la toma de decisiones, tendiendo frecuentemente al individualismo en busca de una agilidad malentendida. Sin embargo, en el medio y largo plazo se consiguen resultados extraordinarios que superan con creces las capacidades individuales, cuando somos capaces de aprovechar las sinergias de la diversidad de conocimientos y del talento individual. Se trata de superar la complicación inicial para llegar a gestionar la complejidad y adaptación al entorno con la misma agilidad pretendida.
Debemos apostar por las personas, con exigencia, pero también con generosidad y confianza. Y para lograr que ellas y la tecnología se integran en una multitud de equipos multidisciplinares autogestionados que nos ayuden a crear un futuro plagado de éxitos y proyectos disruptivos.
Talento individual y colectivo
No se trata de buscar el consenso en la toma de decisiones, sino de aprovechar tanto el talento individual como el talento colectivo. Como nos dice Xavier Marcet, “se piensa sólo, se razona en equipo”.
La dinámica de los equipos requiere coaching y metodología para gestionar los conflictos y obtener el máximo rendimiento, sobre todo en las reuniones. El rol del líder es fundamental en la gestión y cohesión del equipo, al menos en los estadios iniciales, y siempre tendrá un papel moderador en la toma de decisiones.
En todo esto, la comunicación juega un papel muy importante, en nuestro caso ha sido decisivo disponer de una red interna donde compartir ideas, documentos, o todo tipo de información para ayudar a gestionar los equipos y proyectos. La comunicación genera compromiso y motivación, y el líder tiene que implicarse en ella especialmente, reforzando su papel a través de las redes sociales, que ampliarán su red de contactos y su marca personal y, consecuentemente, le harán más influyente dentro de su ámbito.
De esta manera, el liderazgo ha adquirido un protagonismo trascendental para transformar nuestra empresa. Necesitamos líderes con capacidad de anteponer el interés de la organización y del equipo incluso al suyo propio para hacer crecer la organización, con una dedicación casi exclusiva al desarrollo de equipos y, junto con él, al desarrollo de las personas.