“Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros juntos”. Este antiguo proverbio japonés me inspiró hace años para cambiar mi estilo de dirección y desarrollar el trabajo en equipo como eje de crecimiento en nuestra organización.
Hoy se presenta como la única vía posible para que podamos competir en el actual entorno de cambios continuos y disruptivos en el que estamos inmersos. Y es que ya no basta con tener grandes talentos, la importancia de trabajar en equipo reside, además de contar con las personas adecuadas, que éstas sean capaces de colaborar e involucrarse en busca de un objetivo común.
Nos permite optimizar y agilizar los procesos, pues la gestión del tiempo es mejor y los resultados son de mayor calidad. Y, por otro lado, ayuda a mejorar el clima laboral, ya que las obligaciones se convierten en retos compartidos que inspiran a trabajar en armonía a la vez que se comparten vivencias y experiencias día tras día.
Cambiar la cultura de una organización para adoptar el trabajo en equipo como modelo de gestión no es una tarea fácil. Sobre todo, si partimos de una estructura jerárquica en que las decisiones fluyen de arriba hacia abajo de manera habitual y hemos de asumir los riesgos de trasladarlas a nuestros equipos para que ellos decidan.
No es suficiente con crear equipos y dotarles de un objetivo y un presupuesto para conseguirlo. Un equipo necesita un grado de libertad suficiente para poder desarrollarse, cohesión entre sus miembros que requiere tiempo y el papel de un líder con las competencias adecuadas para que lo haga crecer. La cultura de la organización es otro elemento esencial que se ha de basar en valores asociados al trabajo en equipo y desarrollo de las personas.
Innovación
Para Vicky Foods, innovar no es una necesidad sino una vocación. Pienso que una empresa debe desarrollar el talento colectivo. Tratamos de fomentar el trabajo en equipo, aprovechando las capacidades individuales porque, al final, una idea es siempre individual, pero el trabajo se desarrolla necesariamente en equipo. Y esta es una realidad que hay que asumir. Cuando un equipo de innovación desarrolla un producto, el éxito es de toda la empresa, pero el mérito, el reconocimiento de su esfuerzo, es de las personas responsables del proyecto.
Hay un libro de Frederic Laloux, Reinventar las organizaciones, que me ha gustado mucho y que recomiendo. El foco debe estar en las personas, con organigramas planos, ofreciendo posibilidades de desarrollo a todo el equipo. Desde mi punto de vista, innovar es repensar la empresa y hacer posible la superación de nuevos retos, afrontando con optimismo los desafíos de la época de cambios que estamos viviendo.
La innovación tiene que alcanzar a toda la empresa y debe surgir desde cualquier parte de ella. Cualquier persona tiene capacidad de innovar. Enfocar la innovación a un departamento o a unas personas en concreto, no sólo pienso que no es positivo, sino que incluso daña la propia organización. Todos tenemos unas capacidades que son muy diferentes de unas personas a otras. Hay que intentar estimularlas, y ¿por qué a unas personas hay que estimularlas y a otras no? Creo que todas las personas tienen capacidad de innovación.
Hay que dejar espacio y delegar, ofreciendo recursos para que las personas innoven en aquello que creen. Cuando uno tiene una idea debemos apoyarla y si se equivoca no darle más vueltas. Es difícil de hacer porque si es una inversión importante y fracasas tiene una gran repercusión dentro de la propia empresa. En estos casos, debemos intentar minimizarlo para que las personas tengan motivos para continuar asumiendo estos riesgos a pesar de que puedan dañar incluso su imagen dentro de la empresa. Existen ciertos puntos de innovación que resultan más radicales y en estos casos, lógicamente, hay que contar con personas que estén mejor capacitadas en ese tipo de habilidades.