Manuel Rodríguez Serrano era otra de las personas que, con su talento, compromiso y esfuerzo, se convirtió en uno de los ingredientes fundamentales para el desarrollo de nuestra empresa familiar.
Continuamos con la sección de entrevistas y lo hacemos con un miembro que se jubiló hace un año y que, sin embargo, era de las personas más antiguas que teníamos en la plantilla. A través de la entrevista, compartimos bonitos momentos sobre los inicios de la empresa, la importancia del departamento de Personal, así como anécdotas destacadas. Para ello vuelvo a contar con la ayuda de mi querida amiga y periodista, Jéssica Cánovas.
¿Cuantos años fuiste responsable de Personal de la planta de producción de Gandia?
Manuel: Entré en la empresa en 1984 y, durante los diez primeros años, mis funciones se centraron en el desarrollo de productos y empaquetados.
Recuerdo que fue en los 90, cuando Victoria vino a buscarme, mientras trabajaba en la línea de pandorinos, y me llevó a las oficinas donde me propuso el cargo de personal de planta. Por aquel entonces, pensé que era un cambio de gran responsabilidad y, sin embargo, acepté gustosamente.
¿Cómo recuerdas los inicios en la empresa?
M: Aún cuando lo recuerdo me emociona porque mi hermana fue la que actuó como nexo de unión entre Victoria y yo. Por aquel entonces, trabajaba en otra empresa que era competencia de Vicky Foods. Era panadero y a Victoria Fernández le interesaba la gente que conociera el proceso de creación y elaboración del pan. Le preguntó a mi hermana que formaba parte de la empresa familiar y un día me acerqué hasta Villalonga para decirle que sí quería formar parte del equipo.
¿Cuáles han sido tus funciones?
M: Ahora mismo estoy jubilado y, aún así, echo de menos mis funciones en la empresa que recaían, fundamentalmente, en la atención al personal, la organización de turnos de trabajo y, también, la selección del personal de planta.
Rafa: Manuel ha sido una persona muy importante para la empresa y a la que echamos de menos. Él se encargaba de gestionar el personal en la planta de producción de Gandia que, además, necesita de unas habilidades específicas para ese trabajo y Manuel se encargaba de llevar a cabo esa selección.
Manuel, ¿cómo era un día en la empresa?
M: Había días maravillosos y otros que no lo eran tanto. Días en los que era muy fácil, con menos conflictos que gestionar; y otros que eran más difíciles de llevar. Sin embargo, lo que siempre me quería llevar a casa era el quedarme satisfecho de mi trabajo de cara al personal, que es lo que representaba.
R: Manuel hacía frente a los conflictos cuando había algún problema en las líneas de producción, a la hora de hacer cambios e, incluso, en los incrementos de producción. Se encargaba de buscar a las personas o pedirles muchas veces que vinieran a trabajar a deshoras o fines de semana para poder cubrir la necesidad. O al contrario, cuando bajaba el trabajo y no había pedidos, se encargaba de decirle al personal que no viniera a trabajar o que se encargara de otras funciones. Esos días no eran muy agradables, porque puedes encontrar reacciones de todo tipo.
Ser responsable de personal de planta, también, implica cumplir los estándares de productividad de las líneas. En función de la demanda, tiene que medir muy bien las necesidades que tiene y ajustarlas a cuestiones básicas como la conciliación familiar, los problemas o los horarios específicos que tiene cada persona atendiendo su contrato laboral o la función que asume dentro de la empresa.
M: Es una de las bases fundamentales para que la empresa evolucione. Tienes que tomar esa actitud ante los trabajadores porque ellos luego te lo agradecen. Si tú eres de esta forma y tienes en cuenta que ellos tienen otra vida fuera de aquí, cuando tú los necesitas en la empresa, están aquí. Me fui muy orgulloso de esta empresa porque tanto trabajadores como la dirección de la compañía confiaron mucho en mí.
¿Con qué te quedas de tu periodo profesional en Vicky Foods?
M: He sido muy honesto, he tenido que lidiar con toros más y menos bravos; sin embargo, la dirección de la empresa me ha dejado actuar en consecuencia a lo que he considerado. Si hacía algo que no les parecía bien, Rafa como CEO me llamaba y me decía en lo que no estaba de acuerdo. Aún así, tenía libertad absoluta por parte de las dos generaciones a la hora de tomar decisiones en personal. En esta empresa, crecí como profesional y persona.
¿Cómo recuerdas tu relación con Victoria?
M: Victoria era como una madre para mí, mi segunda madre.
R: Su madre también se llamaba Victoria (risas).
M: Mi madre y Victoria, además, eran amigas. Acogía a toda mi familia con el cariño que la caracterizaba.
El equipo es una palabra clave en esta empresa familiar. ¿Cómo definirías a las personas que te rodearon en tu puesto de trabajo?
M: El equipo que me rodeaba era fantástico. Las personas que forman parte de este departamento está cumpliendo las expectativas de la empresa. A día de hoy, contamos con personal de prevención de riesgos laborales que están haciendo un trabajo impresionante. Luchamos muchísimo para que desde esa posición, la empresa siga mejorando y creciendo.
¿Cuál consideras que es la receta del éxito en la gestión de las personas?
M: La receta del éxito en la gestión de las personas es saber escuchar, empatizar con la gente y ponerse en la piel del otro. Así sabremos enseguida lo que realmente nos está diciendo o pidiendo. Empatizar con las personas es una de las cosas más importantes para que una empresa tenga éxito.
Rafa, entraste a trabajar justo cuando Manuel también entró a formar parte de la plantilla.
R: Sí, Manuel y yo tenemos prácticamente la misma edad. Él tiene un año más que yo. Empecé a finales del 83 y a los pocos meses se incorporó a trabajar. Por aquel entonces, empezaba también con mi madre, aprendiendo prácticamente todas las áreas de la empresa, y es verdad que en esa época necesitábamos pasteleros. Hasta entonces las recetas las había desarrollado mi madre y necesitábamos profesionales que nos ayudaran. Como teníamos contacto con su familia, mi madre pensó que era la persona que podía asumir ese papel. Manuel ha sido siempre una persona muy polifacética e iba adaptando sus funciones al crecimiento de la empresa.
Vemos que las personas que forman parte de una empresa familiar se convierten en una gran familia. ¿Se vive así, también, desde dentro?
M: Se vive así, la considero como mi hogar. Cuando me levantaba por las mañanas venía con una ilusión tremendísima.
R: Ahora tenemos un horario más razonable; sin embargo, en la época en la que empezó Manuel a trabajar, empezábamos a las ocho de la mañana y acabábamos a las 10 de la noche.
M: Sí, yo cerraba la fábrica (risas).
R: No había nadie en las oficinas que se marchara antes de las diez a su casa. Y él era el primero en abrir la puerta por la mañana y el que la cerraba por las noches.
M: Es verdad, aunque fueron años muy bonitos. Trabajábamos muchísimo y qué a gusto estábamos.
¿Manuel se convirtió en una de las piezas claves de esta empresa?
R: Manuel fue más que una pieza clave, es una institución en Vicky Foods. Era de las personas más antiguas que teníamos en la plantilla, hacía prácticamente de todo. Generaba empatía con las personas, sabía escuchar y las personas siempre agradecemos tener una voz amable que nos escuche. Al mismo tiempo, sabía exigir y seleccionar muy bien a las personas con los valores y las cualidades adecuadas para que empaticen con la empresa y se adapten bien al puesto de trabajo. Por sus manos han pasado muchas de las personas que hoy tenemos en Vicky Foods. Se fue adaptando a los cambios tecnológicos de la empresa, lo que le permitió ir evolucionando en su puesto de trabajo.
M: Quería demostrarle a la empresa que podía hacerlo y se convirtió en un reto que asumí con mucha ilusión.
¿Por qué es tan importante ayudar y contribuir a que cada persona saque ese talento que tiene?
R: La función de un directivo es extraer lo mejor del equipo y poner el talento de las personas a disposición de la empresa y de los clientes. Es uno de los pilares básicos de nuestra empresa y Manuel contribuyó mucho con su trabajo y su visión empática de las personas a la hora de extraer ese talento y construir equipos dentro de la organización.
Saber escuchar y el talante, son dos de los factores fundamentales en el cargo que ha ocupado Manuel.
R: El talante que tiene Manuel generaba empatía, sensatez y tranquilidad. Esa tranquilidad que te da contar con una persona coherente y que conoce muy bien su trabajo.Te aporta la confianza de que vas a tener un resultado o, por lo menos, que tienes los ingredientes adecuados para obtener un resultado excelente. Cuando veo a empresas que jubilan a personas jóvenes, pienso en Manuel y en lo que nos gustaría que continuara unos cuantos años más con nosotros.
Con Manuel, hemos vivido incendios, inundaciones, problemas graves con el mercado y siempre estuvo arrimando el hombro. Recuerdo cuando juntos empezamos a desarrollar las tortas, uno de los productos que nos dio muchos éxitos en los 80, porque mi madre no creía mucho en ese proyecto. Sin embargo, Manuel sí que creyó que podía funcionar y empezamos a trabajar incluso los domingos haciendo pruebas con la laminadora, la cortadora y al final creamos un producto que puso a trabajar la línea 24 horas.
De hecho, la primera ampliación que se hizo de la fábrica en los años 80 fue un horno nuevo para fabricar ese producto porque tuvo mucho éxito. Y vino de la mano, no solo de Manuel, es verdad que participaron otras personas; pero él se involucró mucho, lo sintió como propio, y fue también una forma de dejar claro que como pastelero también hubiese dado la talla. Aunque creo que como seleccionador lo ha hecho mejor que como pastelero (risas). En ese momento teníamos una necesidad más importante que cubrir y yo pienso que lo ha hecho muy bien. Es muy de agradecer y de reconocer esa entrega que Manuel ha tenido a la empresa durante toda su vida profesional en Vicky Foods.